El gobierno de Suecia se tomó tres días para responder a los cuestionamientos que hizo el viernes pasado el presidente Alberto Fernández sobre el modelo elegido allí para enfrentar la pandemia del COVID-19: “Es difícil hacer comparaciones directas entre las medidas de contención que han adoptado diferentes países”. Y aclaró que el objetivo de las políticas adoptadas es el mismo que en otras regiones: «Salvar vidas y proteger la salud pública”. No obstante, subrayó: «Pasará tiempo antes de que sepamos qué modelos funcionan mejor.
El viernes pasado, al anunciar la extensión de la cuarentena, el mandatario argentino contestó las críticas de quienes le piden que siga el modelo sueco y comparó cifras sobre cantidad de contagios y muertes, sensiblemente mayores en el país europeo: “La verdad que lo que veo es que Suecia, con 10 millones de habitantes, cuenta 3.175 muertos por el virus. Es menos de la cuarta parte de lo que la Argentina tiene. Si seguimos el ejemplo de Suecia, tendríamos 13 mil muertos”, dijo, molesto.
El modelo sueco consiste en mantener la economía lo más abierta posible. Este lunes, en el comunicado difundido por la embajada, difundió algunos detalles del modelo empleado. “Las medidas consisten en una combinación de legislación y recomendaciones. El Gobierno de Suecia ha impuesto el cierre de fronteras, suspensión de clases en escuelas secundarias, prohibición de visitas a geriátricos y eventos de más de 50 personas. Instamos a que las personas que presentan síntomas de Covid-19 no vayan a trabajar, lo cual es posible a través de un seguro de salud extendido. Las medidas de Suecia difieren de otros países solamente en tres aspectos: nosotros no hemos impuesto un aislamiento social, preventivo y obligatorio, no hemos impuesto el cese de la actividad comercial a algunas empresas y no hemos cerrado jardines de infantes ni escuelas primarias”, se detalló.
Y resaltó: “Suecia tiene tasas de mortalidad por Covid-19 más altas que algunos otros países que han impuesto la cuarentena, y más bajas que otros que también han impuesto la cuarentena”.
La prensa en Suecia también tomó con sorpresa las críticas de Fernández al modelo para enfrentar la pandemia: “Suecia es un ejemplo de terror en Argentina”, titularon. El embajador Carlsson dijo que no hablará más del tema y que su respuesta se limita a lo que planteó el gobierno sueco en el comunicado.
“La vida en Suecia no continúa como de costumbre”, señaló el comunicado pero a modo de advertencia hacia aquellos que mencionaban que se había actuado para mejorar la economía, el gobierno sueco fue taxativo y autocrítico: “La economía sueca se vio fuertemente afectada por la pandemia y se espera un ascenso dramático del desempleo”.
Una parte importante de las medidas de prevención de Suecia consiste en proporcionar a los ciudadanos información para que ellos asuman responsabilidad sobre su propia salud: “La base de esto es la confianza mutua entre las autoridades estatales y los ciudadanos que se ha ido construyendo a través del tiempo”, aseguran en el comunicado de la embajada sueca.
La decisión de mantener abiertos sectores de la sociedad está basada en consideraciones de salud pública en lugar de intereses económicos, explicaron. Y la decisión de mantener las escuelas abiertas tiene, según el gobierno sueco, “efectos positivos en la salud infantil y permitir que las personas trabajen es positivo para la salud pública. Estas medidas también fortalecen la igualdad de género”.
Tras las explicaciones, el gobierno sueco fue tajante en su respuesta: “En esta situación, es difícil hacer comparaciones directas entre las medidas de contención que han adoptado diferentes países. Suecia tiene tasas de mortalidad por COVID-19 más altas que algunos otros países que han impuesto la cuarentena, y más bajas que otros que también han impuesto la cuarentena”.
Según los últimos datos oficiales, en Suecia hay 26.322 casos de contagio de COVID-19 y 3.225 muertos por esa enfermedad. Muy por encima de ello hay países como Bélgica que ya tiene 8.600 muertos, el Reino Unido 31.930 o Estados Unidos que lleva contabilizados más de 79.000 fallecidos.