By “Hoy, estamos frente a un momento histórico. A nuestra generación le toca defender el futuro de nuestra profesión y daremos todas las peleas que tengamos que dar”, cierra el comunicado que los pilotos de APLA lanzaron el miércoles por la noche para anunciar un paro de 48 horas, escrito por Pablo Biró, el secretario general del gremio. Es también su muletilla, que viene pronunciando hace más de dos años.
Como titular de uno de los dos gremios más poderosos, Biró consiguió erigirse como la cara visible del conflicto de los seis gremios aeronáuticos con el Gobierno. Además, interpreta su enfrentamiento contra Macri y sus funcionarios como una gesta: la de rechazar el ingreso al mercado argentino de las grandes empresas extranjeras.
En esa categoría apuntaron el ingreso de Avianca y Norwegian a fines de 2017 y el más reciente desembarco de JetSmart, una aerolínea que representa al fondo de inversión estadounidense Indigo, el más agresivo que hay en toda la aviación aerocomercial en el mundo.
Además, APLA se enfrenta a Flybondi, la “low cost» con 500 empleados con muy pocos afiliados a los gremios tradicionales. El año pasado, cuando la CGT hizo dos paros, todas las aerolíneas debieron dejar sus aviones en tierra y los de Flybondi despegaron y saludaron desde arriba.
El capítulo más reciente del conflicto se está incubando: la misma ANAC contra la cual los pilotos hoy están parando por las licencias a los pilotos extranjeros es la que encabeza la ofensiva para quitar a Intercargo el monopolio del servicio de rampas a las aerolíneas extranjeras. Y si bien en Intercargo no trabaja un solo piloto, esta empresa (la más cara de América Latina, aun luego de haber bajado casi 25% sus aranceles) es otra de las banderas que defiende Sindicatos Aeronáuticos Unidos a capa y espada.
