Política

¿Y las camas? Argentina tiene más casos de coronavirus que Suecia pero todavía no se enfrentó al aumento de la mortalidad

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A pesar de que el número de contagiados supera al de países como Suecia, Argentina se encuentra, en teoría, en su mejor momento en cuanto a cantidad de muertes: la tasa es hoy del 1,94%, lo que significa que de cada 100 personas que contraen el virus, menos de dos mueren. O para decirlo mejor: por cada 10 mil infectados, hay 194 muertos.

Se trata de un piso récord para el país. Nunca antes, desde que comenzó la cuarentena el 20 de marzo, se había alcanzado una tasa promedio tan baja de letalidad. De hecho, en aquel momento la proporción de muertos era del 2,22 por ciento y comenzó a subir hasta llegar al 5,36 por ciento el 4 de mayo. Luego dio inicio la etapa descendente, que por ahora continúa sobrepasada ya la marca de las 1.500 muertes.

La tasa de letalidad ha bajado al punto de haber superado a países de la región que hasta hace poco mostraban una mejor performance que la Argentina, como Chile y (aunque con cifras mucho más bajas) Uruguay. Chile tiene actualmente una tasa de 2,13 por ciento (6.308 decesos), mientras Uruguay, del 2,93 por ciento, claro que con apenas 28 muertes sobre 955 casos. En rigor, el único país del continente que muestra una mejor relación que Argentina entre casos registrados y muertes es Paraguay, con el 0,82 por ciento.

Este relevamiento da cuenta de la película de la pandemia local desde su inicio, aunque las fotos de los últimos días hayan mostrado un incremento de las muertes, con cifras diarias que han llegado a superar los 40 y hasta los 50 decesos. Ese crecimiento, sin embargo, por ahora corre detrás del incremento de casos positivos.

Con los datos disponibles hasta hoy se puede afirmar que, a diferencia de lo que ocurrió en otros países, el incremento de casos registrados aquí no tuvo hasta el momento un correlato equivalente en la curva de muertes.

Para muestra basta mirar a Suecia o a Chile, dos países con la cuarta parte y la mitad de habitantes que la Argentina, respectivamente, y que sin embargo muestran cantidades de infectados casi iguales o muy superiores.

Particularmente Suecia, protagonista del entredicho «diplomático» disparado por las filminas del presidente Alberto Fernandez a comienzos de mayo, registra a esta altura menos infectados que la de Argentina (71.419 contra 77.815), pero la diferencia de muertos y la tasa de letalidad es abrumadora: 5.420 y 7,58%.

Las peores tasas de letalidad del continente americano, al revés de lo que a priori podría suponerse, no las tienen los países con líderes anticuarentena, Estados Unidos y Brasil. Sus índices se ubican algo por encima del 4%, sino México, Canadá y Ecuador, con promedios de 12, 8,22 y 7,8 respectivamente.

Los muertos son consecuencia, en primer lugar, de las condiciones sanitarias previas de cada Estado para enfrentar la pandemia y atender a sus enfermos y del nivel de saturación de las terapias intensivas y la posibilidad de dar respuesta en el peor momento de la crisis.

De ahí que la actual tasa de letalidad argentina, por más que se ubique entre las más bajas del mundo (el promedio global es de 4,65 por ciento), es todavía un índice precario en función de la gran incógnita: qué ocurrirá a medida que el país se acerque al pico de casos y la cuarentena se vuelva un recurso amortizado y cada vez más difícil de aplicar. 

Sobre todo teniendo en cuenta que, al día de hoy, la ocupación de las terapias intensivas del AMBA no para de crecer y hoy está en el 57,7%, con picos en algunos hospitales del Conurbano del 75%.