By En medio de fuertes cuestionamientos de todo el mundo y la oposición en su país, Nicolás Maduro asumió su segundo mandato el jueves. El jueves, al jurar ante Tribunal Supremo de Justicia, el líder chavista inició su segunda presidencia en una Venezuela signada por la crisis.
Con escaso apoyo internacional, quien sorprendió fue el Vaticano, que envió a un representante para legitimar el régimen de Maduro, lo cual le valió un distanciamiento con la Iglesia venezolana, quien consideró «ilegítima» la jura del dictador.
El Papa Francisco envió a Monseñor George Koovakod, encargado de negocios de la Santa Sede, a quien el jefe de Estado venezolano le agradeció su presencia al inicio de su discurso.
El lunes pasado, tras las críticas de 20 ex presidentes, el papa Francisco ratificó que no piensa «interferir» en las crisis de Venezuela y Nicaragua.
El Sumo Pontífice subrayó que «la Santa Sede no busca interferir en la vida de los Estados» y dijo que su pretensión es «ponerse al servicio del bien de todo ser humano» y «trabajar por favorecer la edificación de sociedades pacíficas y reconciliadas».
Respecto a Venezuela, deseó «que se encuentren vías institucionales y pacíficas para solucionar la persistente crisis política, social y económica».
«Vías que consientan asistir, sobre todo, a los que son probados por las tensiones de estos años y ofrecer a todo el pueblo venezolano un horizonte de esperanza y de paz», sumó.
También agradeció a «Colombia, que, junto a otros países del continente, en los últimos meses ha recibido a un gran número de personas de Venezuela».
«No puedo dejar de agradecer los esfuerzos de muchos gobiernos e instituciones que, impulsados por un espíritu generoso de solidaridad y caridad cristiana, colaboran fraternalmente en favor de los migrantes», señaló.
